La industria hila con transgénicos
En México, 90 % de la producción de algodón ya se hace con semillas genéticamente modificadas. Las empresas textileras prefieren este insumo por sus cualidades en los procesos de producción
MEXICALI,
BC.- Hay dos cualidades que las empresas textileras no están dispuestas a
negociar al momento de comprar algodón: calidad y volumen. Pero lo cierto es
que sólo las semillas transgénicas ofrecen estas características en los máximos
estándares.
El
algodón transgénico ha ayudado a que los productores cumplan con estos
requerimientos, de ahí que más de 9o% de la producción de este insumo en México
provenga de semillas genéticamente modificadas, las cuales son más resistentes
a las plagas que las 'convencionales'.
Una
semilla modificada ofrece hasta 2o% más rendimiento que una convencional, lo
cual significa más volumen. Por otro lado, los defectos en la fibra —como
manchas— ocasionados por los embates de plagas se han reducido gracias a que el
algodón transgénico es más resistente a los insectos, asegura Ramón Cinco
Castro, gerente agrícola de la compañía Algodonera de Baja California.
En México
se siembra con fines comerciales el algodón Bt, el cual se plantó por primera
vez con fines comerciales en 1996 en Estados Unidos y está aprobado
oficialmente para su uso comercial en Argentina, Australia, China, Colombia,
Estados Unidos, India, Indonesia, México y Sudáfrica; y en otros está en fase
de experimentación.
Actualmente,
Monsanto tiene los derechos de propiedad intelectual y controla cerca de 80%
del algodón transgénico que se comercializa a nivel global.
PRIMERA
SIEMBRA Según la Secretaría de Agricultura, Ganadería Desarrollo Rural, Pesca y
Alimentación (Sagarpa), el algodón tiene dos ciclos de producción, uno en
otoño-invierno, en el que sólo participa el estado de Tamaulipas, y otro en
primavera-verano, que es el más importante y en el cual intervienen los estados
de Sonora, Baja California, Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila y Durango, que en
conjunto concentran casi 100% de la producción nacional.
Con una
producción de 200,000 pacas anuales, Mexicali, Baja California, es el segundo
productor de fibra a nivel nacional —después de Chihuahua—. Prácticamente todo
es algodón transgénico, pero no siempre fue así.
El
proceso de adopción de las semillas modificadas entre los agricultores del
valle de Mexicali duró varios años. A finales de los 90 se sembraron algunos
cultivos de prueba, en el año 2000 se inició con 240 hectáreas y al año
siguiente fuero 700 hectáreas, recuerda Cinco Castro.
"Hace
12 años, sólo 5% de la superficie sembrada de algodón en Mexicali usaba semilla
transgénica y actualmente ya es 98%", dice Cinco Castro. Se trata de un
algodón de mediana calidad, que sirve para hacer un hilo de grosor estándar,
que bien puede usarse para fabricar playeras o pantalones, agrega Ari Mateos,
representante del territorio Mexicali de Monsanto.
Actualmente,
los casi 600 productores que cosechan algodón en el valle de Mexicali utilizan
semilla de tipo Bt, capaz de producir una proteína tóxica para ciertos
insectos, como el gusano rosado, una de las peores pesadillas de los
agricultores.
La
semilla de algodón genéticamente modificada es tres veces más cara que la
convencional -350 dólares contra 120 dólares—, los agricultores aseguran que el
costo de producción ha disminuido gracias al menor uso de insecticidas para
controlar las plagas. Un aspersión para combatir gusano rosado cuesta más de
4,000 pesos por hectárea y en los años so se tenían que hacer hasta 16
aspersiones por hectárea para combatir al insecto, comenta Cinco Castro.
Además,
se han reducido alrededor de 20% las mermas por plagas y actualmente los
productores de Mexicali cosechan en promedio siete pacas por hectárea, cuando
antes únicamente obtenían cinco. Asimismo, la calidad de la fibra ha mejorado,
en tanto que se han erradicado defectos ocasionados por el embate de algunas
plagas.
El precio
del algodón parte de una base, por ejemplo 70 centavos de dólar por libra, pero
si la calidad baja, los clientes castigan el precio, dice Zoylo Hernández,
presidente del sistema algodonero Baja Mex. Entonces, si se manda a una
textilera un algodón que no tiene la resistencia adecuada, que está manchado o
que trae basura, el cliente descuenta algunos dólares por quintal (cada quintal
tiene 100 libras).
Kaltex,
por ejemplo, realiza diversas pruebas de calidad en un laboratorio
especializado para evitar defectos, detalla Flores.
Gracias a
las cualidades que ofrece la semilla transgénica, ésta se ha popularizado entre
los agricultores mexicanos. Incluso, a nivel global, las semillas de algodón
genéticamente modificadas han ganado terreno frente a las convencionales y
actualmente pocos países —sobre todo europeos— tienen producción orgánica.
PROCESO
CREATIVO Para modificar una semilla se introduce un gen extraño en la cadena de
ADN de la propia planta. Puede ser, por ejemplo, el gen de una enzima tóxica
para un insecto o el de una bacteria resistente a un pesticida. Como resultado,
la planta modificada genéticamente hereda las características del gen
insertado.
La
modificación genética de semillas inició hace 30 años. Monsanto, por ejemplo,
trabajó la semilla del algodón desde los años so y pasaron casi dos décadas
para que luego pudiera comercializarlo, dice Mateos.
La
producción de la fibra de algodón inicia con la preparación de la tierra y la
siembra de la semilla. Jesús Villa, un pro- ductor de Mexicali, siembra cerca
de 220 hectáreas en febrero e inicia la pizca en agosto. Posteriormente, lleva
la fibra a una planta despepitadora —la del Sistema Producto Algodón— donde se
separa la fibra de la semilla y se arman las pacas de algodón.
La
semilla puede usarse para producir aceite o para forraje. En el caso de México,
la mayor parte se utiliza corno alimento para ganado, tanto en la cuenca
lechera de la comarca lagunera y de Tijuana, como para el ganado de engorda que
se cría en Mexicali, detalló Mateos.
En el
valle de Mexicali hay 10 plantas despepitadoras y la que es propiedad del
Sistema Producto Algodón se inauguró este año y tiene una capacidad para
procesar de 16 pacas por hora. Además de dar servicio a los productores que la
fundaron, atiende a otros agricultores —por 120 dólares-- que no cuentan con
una planta propia.
Una vez
que se arman las pacas, so% de éstas se llevan al puerto de Ensenada y de ahí
se embarcan a Japón —el principal cliente es la empresa Toyo Cotton—, el resto
se manda por tierra a Puebla, donde aún hay una importante producción textil.
El costo logístico y los sistemas de compra son los principales motivos de que
el algodón que se produce en el valle de Mexicali se manda a Asia.
Hernández
explica que es más conveniente exportar el algodón a Japón, pues los volúmenes
de compra son mucho mayores respecto a los clientes nacionales. Incluso,
empresas como Toyo Cotton suelen establecer los contratos con los productores
nacionales incluso antes de iniciar la siembra del algodón, lo que da mayor certidumbre.
TRANSGÉNICOS
EN MÉXICO El algodón es el único transgénico que se cultiva de manera comercial
en México. De acuerdo con productores, las semillas Bt ofrecen beneficios como
una mejor calidad y rendimiento en la fibra. Sin embargo, sus detractores
advierten que la siembra de éstas tiene repercusiones ambientales.
Uno de
los principales argumentos en contra del algodón Bt es que las plagas que
combate podrían desarrollar resistencia a la encima tóxica, lo que podría
agravar los problemas de plagas e incrementaría el uso de herbicidas. Por otro
lado, los genes ajenos introducidos en el algodón podrían transmitirse a
especies silvestres, poniendo en peligro estas reservas de biodiversidad,
advierte Aleira Lara, coordinadora de la campaña de agricultura sustentable y
transgénicos de Greenpeace México.
La
siembra del algodón transgénico ha llevado a empresas como Monsanto, Syngenta,
Dupont y Dow Chemical a buscar la liberación de otros cultivos como soya o maíz
en México. De hecho, este año, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y
Calidad Agroalimentaria (Senasica), órgano dependiente de la Sagarpa dio a
Monsanto la aprobación del permiso de liberación comercial para soya
transgénica en los estados de Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Tamaulipas, San
Luis Potosí, Veracruz y Chiapas.
El
objetivo de esta aprobación era sembrar en 253,500 hectáreas de soya
transgénica, sin embargo, organizaciones de la sociedad civil, así como
apicultores y campesinos de la Península de Yucatán y del estado de Chiapas
interpusieron en cada uno de los estados un amparo en contra del permiso
otorgado por Sagarpa a Monsanto, argumentando un riesgo de contaminación para
la producción apícola de la región.
En el
caso del maíz, las empresas Monsanto y Pioneer de Dupont, solicitaron a las
autoridades mexicanas autorización para la siembra de maíz transgénico en todo
el terreno cultivable de Sinaloa y Tamaulipas con fines comerciales, sin
embargo, Lara advirtió que ambas solicitudes plantean un grave riesgo para la
conservación del maíz nativo y representan un peligro potencial de
contaminación para los cultivos de maíz blanco empleado, esencialmente, para
consumo humano.
Mientras
estos cultivos siguen en litigio, el algodón transgénico se mantiene en la
urdimbre de la Industria
Textil mexicana, y al paso que va, pronto no existirá algodón
convencional en el mercado textil.
Todo será
transgénico, con las implicaciones positivas y negativas propias de las
semillas genéticamente modificadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario