miércoles, 27 de febrero de 2013

LA INDUSTRIA HILA CON TRANSGENICOS


 
La industria hila con transgénicos

En México, 90 % de la producción de algodón ya se hace con semillas genéticamente modificadas. Las empresas textileras prefieren este insumo por sus cualidades en los procesos de producción

MEXICALI, BC.- Hay dos cualidades que las empresas textileras no están dispuestas a negociar al momento de comprar algodón: calidad y volumen. Pero lo cierto es que sólo las semillas transgénicas ofrecen estas características en los máximos estándares.

El algodón transgénico ha ayudado a que los productores cumplan con estos requerimientos, de ahí que más de 9o% de la producción de este insumo en México provenga de semillas genéticamente modificadas, las cuales son más resistentes a las plagas que las 'convencionales'.

Una semilla modificada ofrece hasta 2o% más rendimiento que una convencional, lo cual significa más volumen. Por otro lado, los defectos en la fibra —como manchas— ocasionados por los embates de plagas se han reducido gracias a que el algodón transgénico es más resistente a los insectos, asegura Ramón Cinco Castro, gerente agrícola de la compañía Algodonera de Baja California.

En México se siembra con fines comerciales el algodón Bt, el cual se plantó por primera vez con fines comerciales en 1996 en Estados Unidos y está aprobado oficialmente para su uso comercial en Argentina, Australia, China, Colombia, Estados Unidos, India, Indonesia, México y Sudáfrica; y en otros está en fase de experimentación.

Actualmente, Monsanto tiene los derechos de propiedad intelectual y controla cerca de 80% del algodón transgénico que se comercializa a nivel global.

PRIMERA SIEMBRA Según la Secretaría de Agricultura, Ganadería Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), el algodón tiene dos ciclos de producción, uno en otoño-invierno, en el que sólo participa el estado de Tamaulipas, y otro en primavera-verano, que es el más importante y en el cual intervienen los estados de Sonora, Baja California, Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila y Durango, que en conjunto concentran casi 100% de la producción nacional.

Con una producción de 200,000 pacas anuales, Mexicali, Baja California, es el segundo productor de fibra a nivel nacional —después de Chihuahua—. Prácticamente todo es algodón transgénico, pero no siempre fue así.

El proceso de adopción de las semillas modificadas entre los agricultores del valle de Mexicali duró varios años. A finales de los 90 se sembraron algunos cultivos de prueba, en el año 2000 se inició con 240 hectáreas y al año siguiente fuero 700 hectáreas, recuerda Cinco Castro.

"Hace 12 años, sólo 5% de la superficie sembrada de algodón en Mexicali usaba semilla transgénica y actualmente ya es 98%", dice Cinco Castro. Se trata de un algodón de mediana calidad, que sirve para hacer un hilo de grosor estándar, que bien puede usarse para fabricar playeras o pantalones, agrega Ari Mateos, representante del territorio Mexicali de Monsanto.

Actualmente, los casi 600 productores que cosechan algodón en el valle de Mexicali utilizan semilla de tipo Bt, capaz de producir una proteína tóxica para ciertos insectos, como el gusano rosado, una de las peores pesadillas de los agricultores.

La semilla de algodón genéticamente modificada es tres veces más cara que la convencional -350 dólares contra 120 dólares—, los agricultores aseguran que el costo de producción ha disminuido gracias al menor uso de insecticidas para controlar las plagas. Un aspersión para combatir gusano rosado cuesta más de 4,000 pesos por hectárea y en los años so se tenían que hacer hasta 16 aspersiones por hectárea para combatir al insecto, comenta Cinco Castro.

Además, se han reducido alrededor de 20% las mermas por plagas y actualmente los productores de Mexicali cosechan en promedio siete pacas por hectárea, cuando antes únicamente obtenían cinco. Asimismo, la calidad de la fibra ha mejorado, en tanto que se han erradicado defectos ocasionados por el embate de algunas plagas.

El precio del algodón parte de una base, por ejemplo 70 centavos de dólar por libra, pero si la calidad baja, los clientes castigan el precio, dice Zoylo Hernández, presidente del sistema algodonero Baja Mex. Entonces, si se manda a una textilera un algodón que no tiene la resistencia adecuada, que está manchado o que trae basura, el cliente descuenta algunos dólares por quintal (cada quintal tiene 100 libras).

Kaltex, por ejemplo, realiza diversas pruebas de calidad en un laboratorio especializado para evitar defectos, detalla Flores.

Gracias a las cualidades que ofrece la semilla transgénica, ésta se ha popularizado entre los agricultores mexicanos. Incluso, a nivel global, las semillas de algodón genéticamente modificadas han ganado terreno frente a las convencionales y actualmente pocos países —sobre todo europeos— tienen producción orgánica.

PROCESO CREATIVO Para modificar una semilla se introduce un gen extraño en la cadena de ADN de la propia planta. Puede ser, por ejemplo, el gen de una enzima tóxica para un insecto o el de una bacteria resistente a un pesticida. Como resultado, la planta modificada genéticamente hereda las características del gen insertado.

La modificación genética de semillas inició hace 30 años. Monsanto, por ejemplo, trabajó la semilla del algodón desde los años so y pasaron casi dos décadas para que luego pudiera comercializarlo, dice Mateos.

La producción de la fibra de algodón inicia con la preparación de la tierra y la siembra de la semilla. Jesús Villa, un pro- ductor de Mexicali, siembra cerca de 220 hectáreas en febrero e inicia la pizca en agosto. Posteriormente, lleva la fibra a una planta despepitadora —la del Sistema Producto Algodón— donde se separa la fibra de la semilla y se arman las pacas de algodón.

La semilla puede usarse para producir aceite o para forraje. En el caso de México, la mayor parte se utiliza corno alimento para ganado, tanto en la cuenca lechera de la comarca lagunera y de Tijuana, como para el ganado de engorda que se cría en Mexicali, detalló Mateos.

En el valle de Mexicali hay 10 plantas despepitadoras y la que es propiedad del Sistema Producto Algodón se inauguró este año y tiene una capacidad para procesar de 16 pacas por hora. Además de dar servicio a los productores que la fundaron, atiende a otros agricultores —por 120 dólares-- que no cuentan con una planta propia.

Una vez que se arman las pacas, so% de éstas se llevan al puerto de Ensenada y de ahí se embarcan a Japón —el principal cliente es la empresa Toyo Cotton—, el resto se manda por tierra a Puebla, donde aún hay una importante producción textil. El costo logístico y los sistemas de compra son los principales motivos de que el algodón que se produce en el valle de Mexicali se manda a Asia.

Hernández explica que es más conveniente exportar el algodón a Japón, pues los volúmenes de compra son mucho mayores respecto a los clientes nacionales. Incluso, empresas como Toyo Cotton suelen establecer los contratos con los productores nacionales incluso antes de iniciar la siembra del algodón, lo que da mayor certidumbre.

TRANSGÉNICOS EN MÉXICO El algodón es el único transgénico que se cultiva de manera comercial en México. De acuerdo con productores, las semillas Bt ofrecen beneficios como una mejor calidad y rendimiento en la fibra. Sin embargo, sus detractores advierten que la siembra de éstas tiene repercusiones ambientales.

Uno de los principales argumentos en contra del algodón Bt es que las plagas que combate podrían desarrollar resistencia a la encima tóxica, lo que podría agravar los problemas de plagas e incrementaría el uso de herbicidas. Por otro lado, los genes ajenos introducidos en el algodón podrían transmitirse a especies silvestres, poniendo en peligro estas reservas de biodiversidad, advierte Aleira Lara, coordinadora de la campaña de agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace México.

La siembra del algodón transgénico ha llevado a empresas como Monsanto, Syngenta, Dupont y Dow Chemical a buscar la liberación de otros cultivos como soya o maíz en México. De hecho, este año, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), órgano dependiente de la Sagarpa dio a Monsanto la aprobación del permiso de liberación comercial para soya transgénica en los estados de Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz y Chiapas.

El objetivo de esta aprobación era sembrar en 253,500 hectáreas de soya transgénica, sin embargo, organizaciones de la sociedad civil, así como apicultores y campesinos de la Península de Yucatán y del estado de Chiapas interpusieron en cada uno de los estados un amparo en contra del permiso otorgado por Sagarpa a Monsanto, argumentando un riesgo de contaminación para la producción apícola de la región.

En el caso del maíz, las empresas Monsanto y Pioneer de Dupont, solicitaron a las autoridades mexicanas autorización para la siembra de maíz transgénico en todo el terreno cultivable de Sinaloa y Tamaulipas con fines comerciales, sin embargo, Lara advirtió que ambas solicitudes plantean un grave riesgo para la conservación del maíz nativo y representan un peligro potencial de contaminación para los cultivos de maíz blanco empleado, esencialmente, para consumo humano.

Mientras estos cultivos siguen en litigio, el algodón transgénico se mantiene en la urdimbre de la Industria Textil mexicana, y al paso que va, pronto no existirá algodón convencional en el mercado textil.

Todo será transgénico, con las implicaciones positivas y negativas propias de las semillas genéticamente modificadas.

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